Ante mi mirada
No te ocultes ante mi mirada,
déjame contemplarte plenamente.
En tus oscuras tormentas estaré atenta
preparando mi balsa para navegar en
el embravecido océano de fuego.
Cuando llegue el momento,
prepara tus sentidos
pues hacia ellos apuntaré
las agudas flechas de mi arco
que te desnudarán el alma.
Soy yo quien te busca,
soy yo quien te entrego el dulce
néctar de la pasión divina.
Mantén entonces fija tu mirada
solamente en mí,
que cuando observes sin temor ni duda,
allí estaré recibiéndote.
Por fin la visión profunda
que ilumina desde el centro
inundará de dicha tu mirada enceguecida.